En la soledad de esta incertidumbre de no saber en que estarás pensando, qué estarás sintiendo, comienzo a escribir para volver a recordarte.
¿Cuántos han sido los segundos que me haz regalado de tu existencia? ¿Cuántos te he dedicado yo de los míos? ¿Qué me lleva hoy a escribirte?
En tu ausencia también estás y existes, sobre todo en estas ganas de poder mirarte a los ojos, aunque no se pueda. Ni yo creo que sea madrugada y yo me quede desvelada por pensar en ti.
Ayer salí de esta resaca de anhelarte, dos segundos… Y volví porque te extrañaba.
Llámame si alguna vez yo te hago falta, llámame si alguna vez necesitas de alguien que de verdad escuche tu dolor, a pesar de tu vergüenza, llámame.
Llámame si alguna vez recuerdas mi nombre, por si alguna vez se te escapa un suspiro, llámame porque escuchaste una canción que te hizo recordar algo de mí, llámame porque viste azul el cielo y sonreíste, porque tropezaste con el suelo y necesitabas quien te tomara de la mano, llámame si necesitas un abrazo, si necesitas de un cariño, llámame cuando la pena embargue, cuando la alegría reboce, cuando te falten ánimos y si alguna vez tú los quieres dar.
Llámame en la penumbra de todo lo que te pasa, en la esperanza de todo lo que aspiras, llámame en el segundo exacto antes de tu último suspiro…
Llámame, a tiempo, llámame… que yo te espero.